Para responder a la evolución de la demanda, los empresarios buscan titulados con competencias del siglo XXI. ¿Qué deben hacer las escuelas para preparar mejor a sus alumnos para el mundo laboral?
La mitad de lo que los graduados aprenden en la escuela se queda obsoleto en el momento en que se gradúan.1 Esto hace que la búsqueda de empleo sea más difícil. Según el Informe sobre el Futuro del Empleo 2016 publicado por el Foro Económico Mundial (FEM), la principal razón de ello es la rapidez con la que los avances tecnológicos alteran lo que las empresas exigen a sus empleados. Los rápidos cambios en la tecnología y la forma en que perturban o se adoptan en los distintos sectores están superando el ritmo al que se transmiten los conocimientos técnicos en las escuelas.
Tomemos como ejemplo la ingeniería de software. En la universidad, los estudiantes pueden dominar una forma concreta de construir y probar programas; cuando se gradúan, es muy probable que todo el proceso para el que se formaron ya se haya automatizado. Esto hace que este conjunto de habilidades en particular quede obsoleto, y por lo tanto crea una deficiencia. Es posible que los conocimientos adquiridos durante los años de educación formal ya no se correspondan con los conocimientos del sector que se buscan actualmente. Esta tendencia se ve agravada por la pandemia, que ha obligado a las empresas a acelerar sus esfuerzos de automatización y recortar su plantilla.
En su informe de 2020, el FEM predice que, para 2025, el 6% de la mano de obra mundial se verá desplazada.2 Los algoritmos y las máquinas asumirán tareas administrativas, algunas formas de trabajo manual y el procesamiento de datos. Los empleos que con mayor probabilidad permanecerán estables son los que implican en gran medida habilidades como la comunicación, la toma de decisiones y la gestión, entre otras. Estas inimitables habilidades blandas son lo que los educadores llaman las habilidades del siglo XXI.
Times Higher Education, que publica anualmente su famosa clasificación mundial de universidades, también ha observado un cambio en la actitud de los empresarios con respecto a lo que consideran que debe ser el papel de las instituciones educativas.3 Basándose en una encuesta reciente en la que participaron 9.000 reclutadores, citaron que cada vez más empresas esperan ahora que las universidades se alejen de centrarse demasiado en impartir teoría y, en su lugar, canalicen sus esfuerzos para producir graduados mejor preparados para el lugar de trabajo.
Estas tendencias ponen de relieve un problema acuciante al que tienen que hacer frente las instituciones educativas: el déficit de competencias del siglo XXI. Con la forma en que la tecnología y la automatización continuamente desacreditan o avanzan teorías y cambian procesos, las escuelas tendrán que encontrar formas de impartir habilidades que sus graduados puedan utilizar realmente a largo plazo. Aunque la transmisión de conocimientos pertinentes para la profesión de sus titulados es sumamente importante, también es esencial equilibrarla permitiendo que los estudiantes adquieran habilidades interpersonales más permanentes. La pregunta que prevalece ahora es: ¿Están creando las escuelas de forma pragmática oportunidades para que sus alumnos desarrollen las competencias del siglo XXI?
Explicar el déficit de competencias del siglo XXI
Explicar el déficit de competencias del siglo XXI
Volviendo al Informe sobre el Futuro de los Empleos 2020, varias empresas manifestaron que, aunque no exigen necesariamente una "correspondencia exacta de competencias" a sus empleados, siguen calibrando la posible productividad a largo plazo de los empleados en función de competencias clave, entre las que se encuentran las siguientes habilidades del siglo XXI: pensamiento y análisis críticos, resolución de problemas, flexibilidad, resiliencia y tolerancia al estrés. Curiosamente, sitúan el aprendizaje activo como la segunda habilidad más buscada para 2025, justo por detrás del pensamiento analítico.
El aprendizaje activo, en sentido pedagógico, es un modo de enseñanza que concede a los alumnos más libertad para explorar los conceptos aprendidos en clase. Los profesores actúan como facilitadores y co-aprendices que colaboran con sus alumnos para generar nuevas ideas. Pero más que un modo de enseñanza, el aprendizaje activo también puede adquirirse como un comportamiento mediante la práctica constante de actividades de aprendizaje activo en las clases. Como habilidad del siglo XXI, los empleados pueden utilizar el aprendizaje activo para encontrar deliberadamente oportunidades de adquirir más conocimientos y percepciones mediante el estudio y la aplicación.
Así pues, ¿cómo deben las escuelas y los educadores ajustar sus pedagogías para facilitar sesiones de aprendizaje activo e inculcar el aprendizaje activo como una habilidad? BenQ se ha asociado con personal académico y de servicios profesionales del University College de Londres y la Universidad de Oxford para crear un completo manual, Active Learning in the 21st Century Classroom (Aprendizaje activo en el aula del siglo XXI), en el que se detalla cómo los centros educativos pueden utilizar la tecnología para aplicar métodos de aprendizaje activo en sus planes de estudio. Descargar el manual para saber más.
References
- Schwab, K and Samans, R., ‘Skills Stability’, The Future of Jobs Report 2016, World Economic Forum, http://reports.weforum.org/future-of-jobs-2016/skills-stability/, January 2016, last accessed 1 December 2020.
- Schwab, K, ‘Skills Stability’, The Future of Jobs Report 2020, World Economic Forum, http://www3.weforum.org/docs/WEF_Future_of_Jobs_2020.pdf, October 2020, last accessed 1 December 2020.
- Baker, S., ‘Firms shift towards wanting ‘work-ready’ graduates’, Times Higher Education Magazine, https://www.timeshighereducation.com/news/firms-shift-towards-wanting-work-ready-graduates, 19 November 2020, last accessed 1 December 2020